Marcelo Vera:”Soy un artista plástico frustrado y, consciente o inconscientemente”

El rosarino Marcelo Vera vuelve con su nueva novela Estepicursor

El rosarino Marcelo Vera vuelve con su nueva novela, “Estepicursor”.

Desde un proyecto artístico que sondea los duelos, el rosarino Marcelo Vera vuelve con su nueva novela, “Estepicursor”, a abordar la soledad y la pérdida con una protagonista que tras una separación dolorosa inicia un derrotero para encontrar un lugar y un proyecto al que aferrarse.

Apegado al mundo de “ciertas rarezas”, Vera elige como título de esta novela el nombre de un cardo que a merced del viento rueda por el desierto, como una metáfora de la situación en que puede estar quien vive una separación no buscada, como la que transita la protagonista, que además se enfrenta a la soledad.

Esta obra forma parte del proyecto del autor llamado Diorama, que incluye literatura, teatro y artes visuales, entre otras disciplinas artísticas, con contenidos que toman el vacío, la soledad y la pérdida como ejes fundamentales de soporte y experimentación, y que dieron nacimiento a la novela “Solo” y al poemario “El glitter de los solitarios”.

“Soy un artista plástico frustrado y, consciente o inconscientemente, busco plasmar algo en mis libros que refleje al arte como una salvación”, como “ejes fundamentales de pureza y calidez, en tramas que suelen resultar un tanto angustiantes”, afirma Vera en diálogo con Télam, acerca de esta obra, editada por el sello chileno La Pollera.

– La pérdida es una gran presencia en tu obra. ¿En qué medida pensás que los seres humanos estamos preparados para tramitar duelos, en este caso afectivos?
– No creo que los humanos estemos preparados para tramitar los duelos de ninguna índole. Simplemente no sabemos qué hacer ante la muerte y todas las aproximaciones terminan resultando un tanto ridículas e inútiles, sin importar cuántos ni qué tipos de protocolos sociales de duelo se pongan en marcha. Tal vez por eso es un tema que me resulta en extremo atractivo y siempre traté de abordarlo de diferentes maneras. En este caso, cuando me planteé realizar tres novelas relacionadas con ese universo tan inabarcable, me interesó ver de qué manera podía acercarme desde distintos ángulos con apenas pequeños corrimientos en las diferentes historias.

– La pérdida abre un universo relacionado con el llanto. No es lo que sucede en la novela, sí aparecen la bronca y el caos que se esparce sobre la vida de la protagonista. ¿Cómo pensás el abordaje estético de la obra, en ese sentido?
– La protagonista transita la trama más cercana al enojo, a la frustración marcada por un profundo cinismo, porque definitivamente no me interesaba mostrar un registro sensiblero de la pérdida, que tampoco me interesó mostrar en la novela anterior “Solo”, que está muy relacionada con esta, en cuanto a temática y registro, y además dialoga en todo momento y puede tomarse como una lectura especular y complementaria. Y esta conexión se replica en “El glitter de los solitarios”, el libro de poesía que salió a la par de “Solo”, porque la fase literaria Diorama consta de tres novelas y cada una lleva consigo un libro de poesía. En función de todo esto, a la hora de pensar un abordaje estético trato de plasmar un microcosmos que se amolde a cada historia, sin perder de vista que cada libro forma parte de un proyecto más extenso e interconectado. En cada libro nos encontramos con historias muy pequeñas que siguen a un personaje en particular dentro de espacios donde los personajes puedan moverse sin necesidad de contaminarse de detalles reconocibles del exterior. No hay referencias geográficas, por ejemplo, pero la presencia de la cultura popular es un marco de referencia temporal.

-T: El derrotero que vive la protagonista a partir de la separación, la lleva por casas de amigas y a perder su trabajo. Podría decirse que la pérdida que sufre la lleva a estar literalmente perdida.
– La protagonista intenta perderse de manera voluntaria. Nada de su presente le resulta interesante o atractivo, e intuye que el recuerdo de los viejos buenos tiempos solo puede contribuir a quebrar por completo su frágil estabilidad. Eso la aterra y elige permanecer en una nebulosa sin detenerse a pensar demasiado en nada que le recuerde al pasado. Cuando comienza la novela queda en claro que viene de muchos años de padecer la falta de un lugar físico de referencia, de estar sin rumbo buscando un lugar concreto que permanentemente escapa de su alcance. Comprendemos también que en su última relación afectiva encontró el mayor acercamiento a ese lugar ideal, soñado, y eso hace que la novela y su protagonista se sitúen en una especie de limbo dónde no hay casi certezas, un sitio (físico y mental) donde elige anestesiarse a diario poniendo el foco en actividades y pensamientos aparentemente banales.

-T: La protagonista toma fotografías de su entorno. ¿Hay una necesidad de dejar registro fotográfico de lo que vive y de transformarlo en algo que la trascienda?
– Siempre trato de incluir, de algún u otro modo, disciplinas artísticas, junto con la presencia de animales, como ejes fundamentales de pureza y calidez en tramas que suelen resultar un tanto angustiantes. Mis libros son breves -me gusta poner el foco en historias muy pequeñas- pero tocan ciertos temas difíciles y el acercamiento intuitivo de las y los protagonistas a distintas formas de arte, en este caso la fotografía, es indispensable para el desarrollo de la trama. Además soy un artista plástico frustrado y, consciente o inconscientemente busco plasmar algo en mis libros que refleje al arte como una salvación. En este caso la fotografía funciona más como una pequeña tabla de salvación para la protagonista que como un registro voluntario o una búsqueda planificada con intención de potencial trascendencia.

-T: La confesión de la protagonista de que nunca le había interesado ser madre aparece con fuerza en la novela. ¿Hay algo de lo impuesto que lleva al fracaso de las relaciones?
– Nos encontramos frente a uno de esos casos, y la protagonista lo deja en claro en esa especie de confesión involuntaria, a la vez que maldice y añora permanentemente la relación que perdió, llevándonos como lectores a un lugar donde todo el tiempo dudamos de sus opiniones y deseos contradictorios: ¿realmente odia tanto a su ex?, ¿qué siente por las niñas?, ¿y por sus padres?. Eso era algo que me interesaba marcar para reforzar el tema de su fragilidad y confusión.

– En la construcción de la ficción hay varios hechos que hacen de espejo de los sentimientos de la protagonista y su vivencia de pérdida, como la figura del estepicursor desde la niñez. ¿Cómo surgió la idea de esa planta seca y rodante típica del desierto como contrapunto para la situación de pérdida?
– Siempre me llamaron la atención los estepicursores (en general me atraen ciertas rarezas) y cuando comencé a delinear a la protagonista de la novela supe que esas plantas zombies serían los compañeros ideales para su andar errante a lo largo de la vida, ofreciendo además un delicado contrapunto.

– La cita de Douglas Coupland “Cómo se va a ayudar a sí misma la gente si no puede apropiarse de un fragmento de tu propio horror” resume en gran medida el proceso por el que tiene que atravesar toda persona que necesita tramitar un duelo o salir de una situación límite.
– Me pareció muy interesante porque tiene la cuota de certeza y cinismo justos para describir algo que vemos a diario, sobre todo en esta época donde la solidaridad y la empatía suelen verse muy bien en las redes, pero cuesta bastante encontrarlas en la realidad. Que esa sea la frase que le toca en suerte leer a la protagonista antes de dormirse me pareció un detalle extra para agregar cierto (cruel) toque de gracia al cierre de ese fragmento.