El aura de Pugliese protagonizó un gran homenaje a Osvaldo Ruggiero
Como si la radio de otros tiempos llenara de tango el aire de bares y cafés de tantos barrios porteños y del conurbano, el homenaje al centenario del nacimiento de Osvaldo “Tano” Ruggiero hizo vibrar el jueves a un fervoroso público que escuchó a pleno disfrute el sonido de una orquesta típica, con el “fueye” como hilo conductor.
Con ese marco, las composiciones del gran bandoneonista de la orquesta de Osvaldo Pugliese durante casi 30 años, y después integrante fundador del Sexteto Tango, lucieron vigentes y poderosas, en una noche inolvidable para la Familia de Artistas del Club Atlético Fernández Fierro (FaCaff).
Así fue la presentación en público de “Rompelo Tano”, el disco que los hermanos Daniel y Adrián Ruggiero impulsaron como homenaje a su padre, el día que el inolvidable bandoneonista y compositor cumpliría 100 años. Para seguir la línea de la gestión cooperativa de la orquesta de Pugliese, continuada por el Sexteto Tango, se hizo en un festival de tango independiente.
El legado y la memoria de semejante obra artística requerían de una noche así: con ese clima de bailes y clubes de barrio de mediados del siglo pasado
Un documental realizado por Augusto de Antoni abrió el encuentro con testimonios de músicos e investigadores que destacaron el papel de “director en las sombras” de Ruggiero cuando la orquesta se quedaba sin pianista, porque Pugliese y su militancia comunista habían caído en prisión. La época del clavel rojo sobre el teclado mudo del piano.
Con las pocas imágenes que se pudieron conseguir de aquellas memorables actuaciones, el material deja en claro el origen del nombre del disco-homenaje: “Rompelo Tano”, gritaban desde la seguidora barra pugliseana porque el enérgico y pasional bandoneonista (debutó en la orquesta de Pugliese a sus 17 años) había dado cuenta de varios instrumentos en los escenarios.
El legado y la memoria de semejante obra artística requerían de un momento así: con ese clima de bailes y clubes de barrio de mediados del siglo pasado, matizados con escenarios del centro porteño, para volver a sentir el sonido de una orquesta que interpretó impecablemente las composiciones de Ruggiero.
La impronta de la mítica orquesta de Pugliese asomó desde el primer tema, “A mis compañeros”, con Adrián Ruggiero al frente de la línea de cuatro bandoneones (igual que en la agrupación del autor de “La Yumba”) y la solvencia de una orquesta que brilló en todas sus líneas.
El armador de la orquesta típica que grabó el disco, Daniel Ruggiero, encabezó el punteo de “Yunta De Oro”, para dar paso a los bandoneonistas convocados para el homenaje: Ramiro Boero, Mariano Gonzalez Calo, Bruno Ludueña, Jorge Sequeria, Natsuki Nishihara y Horacio Romo, quienes se pusieron al frente en temas como Locura Tanguera, NN, Para Dos, la contundente milonga Tremolina y Catuzo.
“Tiempo”, el único tema con letra que Ruggiero compuso para la orquesta de Pugliese, llegó en la voz siempre afinada de Walter “El Chino” Laborde (para el disco la grabó Ariel Ardit); y después se escuchó “Chalita”, un tema que nunca había sido grabado.
El final a toda máquina fue para “Bordoneo y 900”, esa pintura imborrable de sonido tanguero urbano que se mezcla con el aire pampero de la milonga, un tema que fue un clásico de la orquesta de Pugliese y que el “Tano” Ruggiero hizo brillar también con el Sexteto Tango. Y que las nuevas camadas de músicos tienen entre sus preferidos.
La orquesta que llevó adelante la formidable velada tanguera contó con Fulvio Giraudo en piano; Emilio Longo en contrabajo;
Sofía Calvet, Mauricio Host y Mariano Calo en bandoneones; César Rago, Ernestina Inveninato, Ornella Restifa y Bruno Franco en violines; Gustavo Barahona en viola; y Jacqueline Oroc en cello.
La obra y el legado del “Tano” Ruggiero encuentra en estos jóvenes músicos, quienes aportaron arreglos originales escritos especialmente para este disco, una puerta abierta hacia el futuro y una invitación a continuar el camino de un abanderado de la música popular que siempre prefirió el perfil bajo.
La gloria de haber sido considerado en vida un baluarte del “fueye” cadenero, el que encabezaba la línea de bandoneones “pa’ que bailen los muchachos”, y el que supo continuar la línea ética y comprometida de Pugliese con la cultura y con la vida. Ése fue el “Tano” Ruggiero, el que este jueves el vigor de los músicos y el fervor del público hicieron subir de nuevo a un escenario.