Internacionales. Secretario del Vaticano para América Latina destaca la “importancia” de las relaciones con Argentina

Uno de los dos secretarios de la Comisión Pontificia para América Latina del Vaticano, el mexicano Rodrigo Guerra López, resaltó hoy la “gran importancia para la Iglesia” que tiene Argentina, al tiempo que planteó que es “responsabilidad de todo cristiano” dedicarse a la “lucha por la justicia social”.

Además, advirtió sobre el fenómeno de la “desmemoria histórica” y destacó los 40 años de democracia que se cumplen en el país.

En una entrevista con Télam, Guerra -uno de los responsables de la institución vaticana, junto a la argentina Emilce Cuda- aseguró que “la Pontificia Comisión para América Latina es una instancia del Dicasterio para los obispos, dedicada al servicio de las iglesias particulares de nuestra región”.

“Miramos las diversas coyunturas con los Estados a la luz de la dedicación pastoral de la Iglesia. Desde este punto de vista Argentina posee una gran importancia para la Iglesia”, enfatizó Guerra, nombrado por el papa Francisco en el organismo y también miembro del equipo de expertos en el Sínodo extraordinario sobre la Familia; miembro ordinario de la Pontificia Academia para la Vida, miembro ordinario de la Pontifica Academia de las Ciencias Sociales.

El experto mexicano retomó además la afirmación del Papa sobre la “esquizofrenia” de quienes buscan separar la fe de la justicia social y aseguró que “la caridad específicamente cristiana posee una dimensión política que nace del horizonte de la redención”.

“Jesucristo no redime sólo la vida interior sino que también es buena noticia para los desafíos sociales de las naciones, en especial, para descubrir la inalienable dignidad de quienes más sufren. Si la Redención fuera sólo interior, la Encarnación habría sido incompleta”, agregó en ese marco.

Para Guerra López, “la fe católica enseña que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, por lo tanto, nada de lo humano debe ser ajeno para la vida de los cristianos”.

“Más aún, la responsabilidad social y política de todo cristiano pasa de manera necesaria a través de la lucha por la justicia social, la defensa de los derechos humanos y la liberación integral de todos, particularmente, de los más vulnerables y excluidos”, convocó.

Creada en 1958, la Pontificia Comisión para América Latina es un organismo de la Curia Romana que tiene como función primordial la de “aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina”, mientras que la secretaría de Estado que encabeza el cardenal Pietro Parolin “tiene una sección dedicada a la relación de la Santa Sede con las naciones del mundo entero, incluida Argentina”, apuntó Guerra.

A días del 40 aniversario de la reinstauración democrática en el país, Guerra López opinó que “la Argentina, como otros países, ha vivido enormes pruebas y purificaciones”, y que, “habiendo pasado 40 años del restablecimiento de la democracia, es importante aprender de este camino”.

“El fenómeno de la desmemoria histórica es muy propio de nuestra época en todo el mundo. No hay que claudicar en el esfuerzo por construir democracias participativas y no meramente formales”, animó durante el diálogo en el Vaticano.

Para el experto, “el momento electoral de la democracia, con toda su importancia, no es el más decisivo” sino que “lo más relevante es que reencontremos los caminos para que el pueblo nutra con su vida y sus valores, con sus necesidades y con sus sueños, la vida ordinaria del Estado”.

“Sólo de esta manera, la gestión del bien común se vuelve tarea de todos y no sólo de algunos”, planteó.

Para el doctor en Filosofía “Summa cum Laude” por la Academia Internacional de Filosofía en el Principado de Liechtenstein, “en cierto sentido, el fin del Estado es sostener y facilitar la solidaridad entre las personas y las comunidades, para que nadie quede abandonado, descartado, en el camino”.

“El bien común adquiere concreción cuando se redescubre con esta luz. Este es uno de los propósitos principales de la Encíclica Fratelli tutti del papa Francisco”, finalizó en referencia al escrito papal de 2020.