“Cachiporras contra Tacuara”, un libro sobre la autodefensa judía contra la utraderecha en los ’60
Dar cuenta de esa experiencia silenciada fue la tarea que se propuso el historiador israelí Raanan Rein en “Cachiporras contra Tacuara”, un libro editado por Penguin Random House que revela la formación de grupos de autodefensa formados por jóvenes judíos que llevaron a cabo en los años 60 y en la primera mitad de los 70 acciones armadas, sabotajes y tareas de infiltración contra grupos de ultraderecha.
“Eran jóvenes de distintas organizaciones de la comunidad, algunos venían del sionismo socialista, otros tenían posturas más revisionistas y había también grupos religiosos que se organizaron para defender sinagogas e instituciones, pero que luego llevaron a cabo acciones más consecuentes. Fue una forma de afirmar la identidad del sionismo”, señaló Rein en diálogo con Télam.
Catedrático de la Universidad de Tel Aviv y autor de otros trabajos sobre Argentina como “Los Muchachos Peronistas Judíos” –en el cual derriba la caracterización de Juan Domingo Perón como un líder antisemita y da cuenta de la identificación que hubo entre la comunidad judía y el justicialismo–, Rein repasa en su último libro la evolución que tuvieron los integrantes de estos grupos, que se sumaron años después a las organizaciones guerrilleras de los años 70.
“Los integrantes de estos grupos de autodefensa llegaron a ser muy buscados por los líderes guerrilleros que sabían de su preparación y entrenamiento con las armas”, apunta el autor, que en “Cachiporras contra Tacuara” analiza también el rol que le cupo a Israel en la formación de estas unidades de jóvenes judíos en Argentina, Uruguay y Chile.
– Télam: ¿Qué lo llevó a centrarse en este tema de los grupos de defensa de la comunidad judía durante los años 60?
– Raanan Rein: Este trabajo marcha una continuidad con “Argentina, Israel y los Judíos”, un libro que había escrito hace 20 años y donde había un capítulo sobre la captura de Eichmann (uno de los principales organizadores del holocausto judío) y el impacto que ese hecho tuvo en las relaciones bilaterales entre ambos países. Obtuve referencias sobre grupos que intentaban resguardar las instituciones de la comunidad judía en ese contexto, pero no lo conseguí. Los archivos relevantes de esos grupos están en poder de la Mossad y muchos de los militantes y voluntarios que habían formado parte de esas organizaciones no querían hablar. Había temor de deteriorar las relaciones entre Argentina e Israel. Comencé a recolectar material sobre el tema en la Cancillería de Israel. Luego comencé a contactarme con los voluntarios de estas organizaciones, diplomáticos y funcionarios de agencias judías. En total recabé los testimonios de más de 120 personas.
– T: ¿Tan grande fue el impacto del secuestro de Eichmann como para generar temor en la comunidad judía de Argentina?
– RR: Entre muchos judíos argentinos y dirigentes comunitarios hubo una sensación de pánico. Se pensó que podía haber pogromos y acciones antisemitas. No nos olvidemos que había en esos años (1960) una ola de violencia antijudía orquestada por grupos de ultraderecha como Tacuara. Hubo enviados israelíes que se relacionaron con los jóvenes que querían formar grupos de autodefensa. Esos dirigentes venían de Israel y eran sobrevivientes de la Shoá, algunos habían participado en la rebelión de ghettos o que incluso habían sido partisanos en los países que habían sido ocupados por los nazis durante la segunda guerra mundial. Hacía 15 años que había terminado la guerra y el Holocausto. La realidad era mirada con ese lente y muchos pensaban que había que actuar para evitar una catástrofe.
– T: ¿El secuestro y la posterior muerte de la estudiante Norma Penjerek ocurrido en 1962 es uno de los hechos que pudieron haber influido en la generación de ese clima que favoreció la constitución de estos grupos de autodefensa?
– RR: Ese caso y otros que no fueron aclarados como el ataque que sufrió la estudiante cordobesa Graciela Sirota (perpetrado en junio de 1962) a quien le tajearon una cruz esvástica en el pecho, o el asesinato de Raúl Alterman, judío y militante socialista, generaron pánico y la necesidad de generar cohesión entre las comunidades judías. Tanto en Argentina como en Israel, que apoyó la conformación de estos grupos.
En el libro, Rein repasa también el hecho ocurrido en la localidad de Sáenz Peña –nueve días después del ataque a Sirota– donde se registró un enfrentamiento entre policías y jóvenes judíos y hubo un efectivo (Heber Luis Angelici) que terminó muerto. Los uniformados llegaron alertados por información sobre que en un local comunitario de la zona se desarrollaba una reunión “comunista”. Los policías de civil intentaron detener a unos jóvenes judíos que se encontraban en varios autos y hubo un tiroteo. La Policía afirmó haber encontrado armas, cachiporras y explosivos plásticos. Los dirigentes comunitarios adujeron que como los policías estaban vestidos de civil y viajaban en autos sin identificación, los jóvenes creyeron que eran agentes de Tacuara. En el funeral de Angelici hubo discursos de incitación antisemita por parte del jefe de la Policía y el ministro de Interior.
– T: ¿Los grupos de autodefensa estaban formados principalmente por partidos que venían del sionismo de izquierda?
– RR: No necesariamente. Había voluntarios que venían de la izquierda socialista y sionista, pero también hubo personas que eran de extracción más religiosa. En Uruguay también hubo por esos años grupos de autodefensa ante una ola antisemita que parecía extenderse por la región, pero estaban más identificados con la derecha, el revisionismo y las posturas que defendía Menájem Begin, quien luego fue primer ministro de Israel. Hubo jóvenes que venían del Partido Comunista Argentino, que tenía una tradición en la autodefensa, pero que después se alejaron por la naturaleza sionista que tenía este movimiento. Las acciones de estos grupos no se limitaban a guardias en templos, sino que realizaban acciones proactivas contra organizaciones de ultraderecha que incluían sabotajes.
– T: ¿Hubo grupos de autodefensa de la comunidad judía en los años 1930?
– RR: Hubo actividades espontáneas y el propio Jacobo Timerman las refiere en varios de sus escritos. Lo que sucede en los años ’60 es que estos grupos van a contar con el entrenamiento de agentes que venían desde Israel.
– T: En su trabajo usted afirma que estos grupos se formaron también como una forma de reafirmar una identidad.
– RR: Es verdad. Había que demostrar que el judío no era alguien débil y pasivo ante las agresiones y que podía organizarse y reaccionar. Se trataba de imitar lo que sucedía en Israel, que había logrado victorias militares contra sus vecinos y había asegurado su existencia.
– T: Muchos de los integrantes de estos grupos se sumaron después a las organizaciones guerrilleras de los años ’70.
– RR: Sí, es verdad y eran muy requeridos por los dirigentes de esas organizaciones por sus conocimientos en el manejo de armas. Era parte de esa necesidad de actuar aquí y ahora para cambiar el mundo que estaba presente en esos años. Lo curioso que es algunos de los integrantes Tacuara terminarán también en las organizaciones guerrilleras donde iban a coincidir con jóvenes que venían de grupos de la autodefensa judía.
– T: La investigación llega hasta 1975, ¿Por qué se detiene en ese año?
– RR: Los golpes de Estado de 1973 en Chile y Uruguay pusieron fin a esa experiencia en esos dos países y luego sucedió lo mismo en 1976. Israel no quería generar inconvenientes con las autoridades locales y desactivar a esos grupos era una forma de preservar a sus comunidades. Después de 1983, los grupos se reactivaron, pero de otra forma. Más reducida y con la participación de agentes profesionales que venían desde Israel y es algo que se extiende hasta el día de hoy.
– T: ¿Hay algo que lo haya sorprendido cuando encaró esta investigación?
– RR: Me contacté con gente que habló de este tema por primera vez y que durante años se lo había ocultado a sus familiares más cercanos. Han pasado más de 50 años y los miembros de los grupos de autodefensa siguen conectados entre sí. Una vez que contactaba a uno, todos los demás se enteraban de que estaba haciendo este trabajo y me recibían sabiendo que había hablado con tal o cual persona. Este tema permaneció en silencio durante muchos años. Por eso fue una experiencia distinta escribir este libro.