Liam Gallagher: El último rockstar
Con un buen puñado de canciones de Oasis que anclaron el show en lo más selecto del brit pop de los `90, más allá de contar con un nuevo disco que sirvió de excusa para su actual homónima gira “C´mon You Know”, Liam Gallagher, el díscolo frontman de la banda insignia de ese movimiento musical, paseó su estirpe de último rockstar por el Movistar Arena, del barrio porteño de Villa Crespo.
El artista británico dio una cátedra en la materia que abarcó desde el fuerte y melodioso sonido de guitarras que predominó incluso en sus composiciones más recientes, hasta la desafiante postura escénica con su reconocida pose de manos atrás, u ocupadas con maracas o pandereta, y cabeza levemente levantada apuntando al micrófono.
Luego de algunas semanas en que la atención musical a nivel medios masivos estuvo puesta en Coldplay y su carismático líder Chris Martin, con sus actitudes siempre esforzadamente bienintencionadas, el más pendenciero de los hermanos Gallagher mostró la cara opuesta y, lejos de toda demagogia, disparó canción tras canción sin demasiadas concesiones.
Así desfilaron prácticamente todos los grandes clásicos de Oasis, una verdadera bendición para el efusivo público que se arremolinó ante cada melodía de la recordada banda; pero también algunas composiciones de su etapa solista que, sin embargo, parecieran salidas de aquellos años.
Con su gesto enfurruñado, sin regalar sonrisas porque sí, el vocalista igual tuvo a sus seguidores en el bolsillo, a los que no dejó de agradecerles en un cerrado inglés del que sin embargo se podía apreciar la palabra “fucking” en cada frase, y a los que puso a poguear y hasta les arrancó literalmente alguna lágrima con alguna de las célebres creaciones de su época en Oasis.
Tal vez la quintaesencia de su ausencia absoluta de demagogia fue cuando se atrevió a remarcar como debía acentuarse su nombre en el famoso cántico “olé, olé, olé, olé, Liam, Liam”, cuando percibió que sus seguidores no lo estaban haciendo bien.
Y como para desafiar aún más a los tiempos musicales que se imponen, Gallagher se presentó junto a una banda conformada por una base de bajo y batería, un tecladista, tres guitarristas y dos coristas, y colgó sobre los teclados una bandera que decía “Rock and Roll”, acaso toda una declaración de principios.
Como buen británico, además de ser un gran polemista, Liam arrancó su concierto a las 21 en punto, sin importar que aún quedaban filas de personas fuera del estadio por ingresar y amontonamientos en los pasillos de las plateas a la espera de ser correctamente ubicados por los acomodadores.
Primero el audio de un himno futbolero del Manchester City y luego los acordes de “Fuckin´ in the Bushes”, de Oasis, mientras las pantallas mostraban viejas imágenes del protagonista de la noche, fueron la antesala del arrollador inicio con “Morning Glory” y “Rock and Roll Star”, otras dos piezas emblemáticas del brit pop de los `90.
“Esta noche soy una estrella de rock and roll”, cantó Gallagher, enfundado en una gruesa campera que mantuvo a lo largo de todo el concierto a pesar del calor, mientras agitaba una pandereta, y resumió así de entrada la esperable propuesta para la velada.
Pero así como siguió derrochando energía en “Wall of Glass” y “Evertything´s Electric”, las dos primeras canciones de su etapa solista, la segunda de ellas de su nuevo trabajo; el hombre del ceño fruncido arrancó lágrimas con “Stand By Me”, según las imágenes que devolvían las pantallas de las fans apostadas sobre la baranda que separaba con el escenario.
Siguieron más canciones de Oasis como “Roll It Over” y “Slide Away”, en tanto que “Soul Love” recordó por única vez a Beady Eye, el notable grupo que lideró Liam tras la ruptura con su hermano Noel, con el cual visitó la Argentina en 2011 en el marco de un inolvidable Personal Fest.
La conexión con su presente llegó con “More Power”, una balada que difiere de cualquier otra de sus composiciones, fundamentalmente por los arreglos corales que atraviesan toda la canción. Continuó con “Diamond in the Dark”, que aunque nueva tuvo un coreado riff por parte del público
Pero como se sabe que el menor de los Gallagher es un hombre de pocas pulgas, un frío debe haber corrido por más de uno cuando frenó en seco “The River”, luego de entonar algunas estrofas, por algún problema técnico en uno de sus monitores.
No llevó mucho tiempo solucionar el asunto pero algunos antecedentes en otros países en los que abandonó el concierto por algún enojo, hizo que cierto clima tenso se apoderada del ambiente. Tampoco se lo vio muy contento a Liam y eso alimento los temores.
La canción pudo ser retomada finalmente sin mayores inconvenientes y, tras “Once”, se ingresó en el tramo final dedicado, obviamente, exclusivamente al repertorio de Oasis.
“Some Might Say”, “Cigarettes & Alcohol” y “Wonderwall”, con su estribillo a cargo de la audiencia, cerraron formalmente el concierto. Y así como el preludio de la aparición de Liam al principio del show fue un himno futbolero inglés, para los bises el público se encargó de que el canto de guerra fuera “que de la mano de Leo Messi toda la vuelta vamos a dar”.
La temática rockera recuperó el escenario con la reaparición de Liam para dejar como canto final “Live Forever” y una apoteótica “Champagne Supernova”. Un genuino agradecimiento, la ofrenda de sus maracas al público, el temprano deseo de una Feliz Navidad y la promesa de un pronto regreso fueron los últimos movimientos del último rockstar en el Movistar Arena.
Mientras su sombra se perdía entre bambalinas, el artista británico pudo llevar consigo la tranquilidad de haber puesto al resguardo la frase que afirma que el rock es una cuestión de actitud. Pues él la tiene toda.
Del otro lado, la felicidad quedó prendida en el rostro de todos los presentes cuando las luces se encendieron para la retirada, porque, al fin y al cabo, es solo brit pop, pero nos gusta.