Internacionales. Francisco pidió al clero de Mongolia solidaridad “con todos los pobres y necesitados”.
“La Iglesia se presenta ante el mundo como una voz solidaria con todos los pobres y los necesitados, no calla ante las injusticias y con mansedumbre se compromete a promover la dignidad de cada ser humano”, les dijo el pontífice a sacerdotes, misioneros y consagrados reunidos en la Catedral de los Santos Pedro y Pablo, un edificio construido a fines del siglo XX en la capital Ulán Bator.
“Los invito a ver en el obispo no un manager, sino la imagen viva de Cristo buen Pastor que reúne y guía a su pueblo; un discípulo colmado del carisma apostólico para que edifique vuestra fraternidad en Cristo y la radique cada vez más en esta nación con una noble identidad cultural”, convocó el pontífice, en el primero de sus dos encuentros dedicado a la comunidad católica, antes de la misa que encabezará mañana para los fieles mongoles y de toda Asia central en un estadio de la capital.
“La Iglesia no se comprende en base a un criterio puramente funcional, según el cual el obispo hace de moderador de distintos miembros, basándose tal vez en el principio de la mayoría”, agregó el pontífice, que estuvo acompañado por el cardenal Giorgio Marengo, el más joven del mundo y responsable de la Iglesia en Mongolia como cabeza de la Prefectura Apostólica establecida en el país.
Para Francisco, así, “la unidad de la Iglesia no es una cuestión de orden y respeto, ni siquiera una buena estrategia para hacer amigos”.
Según las estadísticas del Vaticano, en Mongolia hay un obispo, 25 sacerdotes, 35 catequistas y 33 religiosas.