Internacionales. Francisco viaja el jueves a Mongolia en una visita interreligiosa y geopolítica

El papa Francisco viajará el jueves próximo a Mongolia, en la que será la primera visita de la historia de un pontífice al país que tiene sólo 1.500 católicos y en la que habrá una fuerte dimensión geopolítica a partir de las fronteras de la nación oriental con Rusia y con China, en un viaje que también servirá para estrechar los lazos con el budismo, predominante en la región.

En las 74 horas que estará en Mongolia, Francisco tendrá una agenda en la que sobresalen los encuentros políticos y religiosos centrados en la capital Ulán Bator, a la que llegará tras un vuelo en el que estará acompañado por un enviado de Télam a bordo del avión papal, entre otros medios.

En su viaje desde Roma, el Papa sobrevolará el espacio aéreo chino, por lo que enviará un telegrama al presidente Xi Jinping, más allá de que Roma y Beijing no tienen relaciones diplomáticas y en medio de los acercamientos constantes promovidos por el pontífice y resistidos por Estados Unidos y otros países.

Uno de los marcos del viaje son los 30 años de relaciones entre Vaticano y Mongolia que se celebraron el año pasado y el rol central del cardenal más joven del mundo, el italiano Giorgio Marengo, encargado de la sede vaticana en Ulán Bator.

Marengo comanda una reducida Iglesia con apenas nueve lugares de culto en el país para los 1.500 católicos que habitan en Mongolia, explicó el purpurado a Télam. El número, compuesto en su mayoría a trabajadores extranjeros, es de todos modos un crecimiento exponencial con respecto a los 14 católicos que había en 1995, apenas terminado el régimen comunista.

“Partiré para un viaje de algunos días al corazón de Asia, en Mongolia. Se trata de una visita muy deseada y será la ocasión para abrazar una Iglesia pequeña en los números, pero vivaz en la caridad encontrar un pueblo noble y sabio”, dijo el Papa hoy al rezar el tradicional Ángelus en el Vaticano.

“Estoy feliz de viajar para estar entre ustedes como hermano de todos”, agregó.

La cita de Francisco con el mundo católico será el domingo 3, con una misa en un estadio de la capital en el que la Iglesia local espera poder reunir “a todos los bautizados del país” en una foto inédita para una visita papal.

Con una población con un alto porcentaje nómada a lo largo de la historia, caracterizado por la dispersión de las tiendas conocidas como “ger” por todo el país, Mongolia enfrenta de todos modos retos actuales ligados a los desplazamientos internos y a cambios demográficos por la llegada de inmigrantes, a los que se espera que también haga referencia el Papa en sus discursos.

Más allá de la exigua presencia católica, otro de los ejes del viaje son los lazos que el Papa en particular y el Vaticano en general buscan tender con el budismo, religión mayoritaria en Mongolia practicada por cerca del 53% de la población, según cifras oficiales.

Tras haber recibido a una delegación de monjes en Vaticano en 2022, el viaje de esta semana es visto como otro paso más en esa dirección.

El budismo en Mongolia, al igual que en Tíbet, se ajusta más a la tradición Mahayana, mientras que el budismo Theravada se practica en el sudeste asiático: Laos, Myanmar, Sri Lanka, Tailandia y Vietnam.

Considerando el “factor China”, las palabras que el Papa pueda dirigir a la población budista, en especial durante el encuentro interreligioso previsto para el domingo 3, serán otros de los ejes de la visita.

Durante la visita al que es el país más grande del mundo sin salida al mar, que tiene como lema “Esperando juntos”, el Papa dará en total cinco discursos, que iniciarán el sábado 2 tras las reuniones con el presidente Ukhnaagiin Khürelsükh, el primer ministro Luvsannamsrai Oyun-Erdene y otras autoridades del país.

“El tema de la convivencia pacífica y el diálogo interreligioso es algo de todos los días en esta región, es más una realidad que una teoría”, planteó Marengo al ser consultado por Télam.

En ese marco, la visita de Francisco es también una “continuación” del viaje que el Papa hizo el año pasado a Kasajiztán para participar de un encuentro de diálogo interreligioso con el que buscó animar a todos los creyentes del Asia Central.

“La importancia del país es evidente, quiere decir que el Papa tiene una atención particular a esta área del mundo, y cree mucho en la capacidad de los pueblos de Asia de convivir pacíficamente y encontrar soluciones no violentas a los conflictos”, remarcó Marengo a Télam.

“La relación interreligiosa es como una amistad, una historia basada siempre en la confianza mutua y construida a lo largo del tiempo. Se trata de experimentar juntos, de caminar juntos. La noción de minoría viene de la observación exterior, pero aquí, la gente no piensa en estos términos”, agregó.

Francisco terminará su visita el lunes 4 con un encuentro con misioneros, antes de emprender un regreso a Roma durante 11 horas de vuelo, según el programa del viaje.

En su encuentro con misioneros, el Papa inaugurará un centro conocido como “Casa de la Misericordia”, que servirá para atender y asistir a mujeres y menores víctimas de violencia doméstica, en un marco de crecientes problemas de alcoholismo entre la población masculina adulta.

El de esta semana será el cuarto viaje internacional del año para Francisco, de 86 años, quien también tiene confirmada una visita a Marsella, Francia, del 22 al 23 de septiembre para participar de un encuentro de obispos dedicado a las migraciones a través del Mediterráneo.