La 31ra. edición del Festival presentó en la competencia de Ficción la chilena “1976”, de Manuela Martelli, y la nicaragüense “La hija de todas las rabias
La 31ra. edición del Festival de Biarritz, que tuvo como arranque a la argentina “El suplente” de Diego Lerman, muy aplaudida por el público que llenó la Gare du Midi, que es la sala principal del certamen, presentó en la competencia de Ficción la chilena “1976”, de Manuela Martelli, y la nicaragüense “La hija de todas las rabias”, de Laura Baumeister.
“1976” es la opera prima de Martelli -este año participó en la Quincena de Realizadores de Cannes- y cuenta cómo una mujer de la alta burguesía chilena, en plena dictadura pinochetista y a tres años del derrocamiento y muerte de Salvador Allende, ayuda a un militante herido en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad.
Con la escena de inicio, en donde Carmen (Aline Kuppenheim) es testigo de un tiroteo en la calle mientras adentro, en un pinturería ella elige el color para la renovación de su casa en la playa, la directora traza un perfil rápido de la protagonista, una mujer con una vida económica holgada a la que el violento exterior parece sorprenderla, como si fuera su primer contacto con la situación política de su país por esos años.
Sin embargo, con el pedido del Padre Sánchez (Hugo Medina), un sacerdote amigo con el que colabora en labores de caridad, la certeza sobre el personaje en cuanto a su actitud ante la dictadura rápidamente comienza a cambiar.
Antiguamente Carmen trabajó en la Cruz Roja y a pedido del cura del pueblo atiende a “Elías” (Nicolás Sepúlveda), un delincuente herido que él cuida en su parroquia sin saber que no se trata de un ladrón sino de un militante, que seguramente no se llama Elías, y tiene un tiro en la pierna disparado por alguna fuerza de seguridad.