Jóvenes de zona norte participan del taller “La cocina de las masculinidades”
En zona Norte, jóvenes reflexionaron sobre la violencia heredada, aprendida y ejercida en situaciones que muchas veces son naturalizadas. Revisaron conductas y analizaron formas sensibles, empáticas y emotivas de ser hombres.
Jóvenes integrantes de la Escuela de Género de Movimiento Evita de zona norte participaron del taller “La cocina de las masculinidades”. La propuesta a cargo del Programa de Intervención a Hombres tiene como objetivo problematizar la masculinidad dominante utilizando como recurso la palabra para sensibilizar y reflexionar sobre la violencia heredada, aprendida y ejercida. El ciclo de formación incluye cuatro encuentros.
Los encuentros forman parte de la agenda de la Secretaría de Derechos Humanos que plantea el trabajo con instituciones de diversos sectores a fin de sumar recursos y poder desarrollar propuestas en territorio. La actividad es coordinada por la Subsecretaría de Igualdad de Oportunidades.
En este marco, la subsecretaría Natalia Fuentes, remarcó que, “estos encuentros revisten un carácter preventivo y permiten que surjan otras masculinidades, sensibilidades y discursos, dentro de los varones, sus grupos de amigos y la sociedad”.
Mediante los protocolos vigentes el primer taller se realizó de manera presencial. A través de dinámicas lúdicas y grupales se dio a conocer el recorrido de sociabilidad masculina de los varones, analizando prácticas violentas naturalizadas y destacando prácticas de cuidado asertivas.
Luego de las presentaciones de los participantes y un colgadero de palabras que sanan y lastiman, se hizo un bingo de la crianza machista que permitió reconocer patrones culturales que habían imperado en sus hogares. Por último, se elaboraron recetas sociales para la igualdad, buscando promover formas sensibles, empáticas y emotivas de ser hombres.
Durante el encuentro, el coordinador de PrIHO, Agustín Perez Marchetta destacó la activa participación de los jóvenes que a medida que fueron avanzando las dinámicas lograron compartir experiencias. “Al principio fue difícil de que aborden temas que muchas veces son silenciados o considerados tabú. Compartiendo vivencias fue posible avanzar sobre las responsabilidades en las tareas de cuidado, la imposibilidad de llorar o expresar sentimientos de parte de los varones, así como la cosificación y la violencia simbólica en nuestras sociedades para con las mujeres y disidencias”.