DEPORTESPrincipalSALUDSociedad

Qué consecuencias tiene para la salud el cambio del huso horario que avanza en el Congreso.

El uso racional de la energía, una mayor productividad, más seguridad en las mañanas y mejor capacidad de atención para los chicos”. Con esos argumentos, el diputado nacional Julio Cobos defendió su iniciativa para modificar el huso horario en la Argentina.

El proyecto, que ya obtuvo media sanción en Diputados y ahora será discutido en el Senado, plantea que el país cuente con dos horarios a lo largo del año: en verano se mantendría el actual huso -3, mientras que en invierno se pasaría a -4. Es la tercera vez que el legislador mendocino impulsa esta propuesta —ya lo había hecho en 2022 y 2024— y ahora busca que finalmente se convierta en ley.

 

La mirada de la ciencia

El debate no pasa inadvertido entre especialistas en salud y cronobiología. Juan Nogueira, jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas de la UBA, advirtió en diálogo con el portal El Auditor: “El impacto del cambio de horario depende de la región del país de la que hablemos, ya que la exposición al sol varía entre 40 y 60 minutos de este a oeste. Creer que un único huso horario funciona igual para todos es desconocer cómo inciden la salida y puesta del sol en cada zona”.

Aunque existe consenso en que el huso -4 sería el más apropiado para Argentina, los expertos remarcan que debería mantenerse fijo todo el año y no alternarse entre estaciones.

“El ir y venir de un horario a otro provoca trastornos las semanas siguientes al cambio: aumentan los accidentes viales, las internaciones y los problemas de salud. Si no hay un beneficio energético claro, no tiene sentido alternar”, explicó el biólogo y divulgador Diego Golombek, especialista en cronobiología.

En la misma línea, Nogueira remarcó que “rotar el horario dos veces al año es contraproducente. Cada vez menos países lo sostienen porque está probado que genera insomnio, ansiedad, depresión, más riesgo de accidentes y eventos cardiovasculares”.

Golombek agregó que con el huso -4 “aprovecharíamos mejor las horas de luz de la mañana, que son claves para sincronizar el reloj biológico, mejorar el ánimo, estar más atentos y hasta enfermarnos menos. Pero la evidencia muestra que alternar entre verano e invierno no ayuda a ahorrar energía”.

 

¿Realmente se ahorra energía?

El ex secretario de Energía de la Nación, Jorge Lapeña, fue categórico: “No creo que haya un ahorro energético relevante. Para sostenerlo habría que hacer un estudio serio, que hoy no existe, y que contemple la geografía y la distribución de la población en Argentina. Europa, donde esta práctica es común, tiene características muy distintas: países pequeños y densamente poblados”.

 

Breve repaso histórico

El sistema horario mundial se definió en 1884, en la Conferencia Internacional del Meridiano realizada en Washington, donde se estableció el Meridiano de Greenwich como referencia. Argentina se incorporó en 1920 adoptando el huso UTC -4, que cubría la mayor parte del territorio, mientras que la zona cordillerana quedaba en -5.

Hasta entonces, cada localidad usaba su propia hora solar, hasta que en 1894 el Poder Ejecutivo unificó la hora oficial tomando como referencia al Observatorio Nacional de Córdoba.

En 1930, el país comenzó a utilizar el huso -3 durante el verano para promover el ahorro energético. Desde entonces y hasta fines de los ’60, los gobiernos alternaron entre -3 y -4 según criterios políticos, sindicales o educativos. El último día en que Argentina respetó estrictamente los principios internacionales de huso horario fue el 4 de octubre de 1969.

Emilia Ferragni
Editora de Sociedad de Tribuna de Periodistas

Deja una respuesta