Jorge Lorenzo:“Es una obra íntima que habla del silencio cómplice de la dictadura monstruosa”
Aunque se estrenó en 1987, la obra “Potestad” de Eduardo “Tato” Pavlovsky sube al escenario cada sábado en el Centro Cultural de la Cooperación para interpelar a su público sobre el silencio cómplice de la sociedad durante la dictadura y poner en foco en la apropiación de niños durante ese período de la historia argentina.
El encargado de ponerle el cuerpo al único personaje sobre un escenario despojado compuesto solo por dos sillas es Jorge Lorenzo, un actor de teatro y televisión que la mayoría de los argentinos asocian con “Capece”, un policía violento y perverso, al que personificó en la saga de la serie “El Marginal”, producida por Sebastián Ortega.
“Es una obra íntima que habla del silencio cómplice de la dictadura monstruosa”, sintetiza Lorenzo a la hora de justificar la vigencia del texto. Luego explica que la puesta que protagoniza se estrenó en 2013 con dirección de Christian Forteza y contó con la bendición del autor, que vio una de sus primeras funciones: “Yo acabo de ver en el escenario al personaje tal cual me lo imaginé”, me dijo Pavlovsky ese día. Y después aseguró en una entrevista que le hicieron que era la mejor versión”.
De todos modos, Lorenzo aclara que la obra no estuvo en cartel de modo permanente durante estos nueve años. Tres o cuatro funciones anuales, en giras por las provincias o los partidos bonaerenses, o en homenajes a Pavlovsky y dos ciclos más extensos en el Centro Cultural de la Cooperación donde se presenta este sábado a las 21 y desde el próximo a las 19, durante todo octubre.
Del paso de “Potestad” por las provincias, que espera repetir, el actor que alguna vez fue descripto por Gerardo Romano, su compañero de “El Marginal”, como de “gran rostrocidad” por la expresividad de sus facciones, recuerda las funciones en Neuquén y también en Cipolletti. “En esta última ciudad se me acercó una señora al final de la obra. Me abrazó y me agradeció. Me miraba con los ojos llenos de lágrimas”.
También hay lágrimas y aplausos sostenidos cada sábado en el Centro Cultural de la Cooperación, después de que el intérprete les dedica la obra a los más de 130 nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo y los 200 que aún están desaparecidos.
“La búsqueda de Abuelas le da vigencia a la obra– analiza Lorenzo- pero también que es evidente que en los últimos tiempos, en Argentina y en toda América Latina hay un fascismo creciente. Solo que ahora está disfrazado de otra cosa. En el continente veníamos acostumbrados a las dictaduras desgraciadamente . Ahora hay una derecha distinta, que viene amparada por sectores empresarios y que crea un clima de mucha incertidumbre. Creo que la obra va por ahí”.
“Lo más peligroso de mi personaje es que no es totalmente perverso, puede ser tierno también en la relación con su hija”, describe el protagonista e insiste en que su trabajo habla sobre la apropiación de niños pero también del silencio de la sociedad, del mandato de no preguntar ni cuestionar nada.
Semilla de maldad
A la hora de componer a este personaje tan ligado a la dictadura el actor que se crió en Floresta, cerca del centro clandestino El Olimpo, recuerda la tradicional frase que aseguraba “Algo habrá hecho”, cuando había noticias de algún conocido desaparecido o la recomendación que le hacían en su casa de no juntarse con un compañero que militaba y repartía panfletos, hoy desaparecido. “Hubo un silencio cómplice que muchas veces se traslada a las épocas de democracia”, argumenta.
De aquellos mismos años, Lorenzo recuerda su paso por la Escuela de Artes Dramático a principios de los 80. “Estudiaba de noche y cada día al ingresar, en la puerta, nos palpaban de armas, como si fuésemos a llevarla a cursar la carrera de teatro”, se asombra y puntualiza que esa evocación surgió cuando conversó con Sebastián Ortega tras quedarse con el papel del guardiacárcel Capece en “El Marginal”. “Me pidió que tuviese en cuenta cómo me sentía con esa prepotencia de la policía de la puerta de la escuela. Ellos disfrutaban de generar miedo. Incluso en una escena de la tercera temporada de la serie, después de romper toda la villa, mi personaje le confiesa al de Abel Ayala que disfrutaba cuando les hacía mierda los ranchos”.
Para completar la serie de personajes malvados, desde enero el actor estará en la pantalla diaria de El Trece con otro carácter controvertido. Será en la segunda parte de “Argentina, tierra de amor y venganza”, en la que interpreta a un ayudante del médico apropiador que compone Federico D´Elia, dedicado a los “trabajos sucios”. Su trabajo en la tira diaria de Polka lo llevó a sorprenderse por el vértigo con que tenía que desarrollar su rol, de un modo opuesto al de “El Marginal” e incluso a la ceremonia que representa cada noche en el teatro.
“No tengo ningún problema. Por mí puedo hacer de malo toda la vida ya que me divierto. Es atractivo jugar a los opuestos. Soy un tipo tranquilo, muy amiguero. Nada que ver con mis personajes”, confiesa el hombre que se angustió después de un casting porque Alberto Migré observó su incipiente calvicie y le señaló que tenía muy buena voz y actuaba muy bien, pero en las novelas no había galanes pelados.
Pero es sobre el escenario donde Lorenzo se siente en su elemento. Por eso en colaboración con Forteza ha presentado otras obras del mismo Pavlovsky como “Rojos globos rojos”, y “Cámara lenta” y “Las paredes”, de Griselda Gambaro.
Por estos días, antes de meterse en la piel del oscuro y ambivalente padre de “Potestad”, actúa en una obra que él mismo escribió: el sainete “Del barrio la mondiola”, sobre un empleado municipal que sueña con ser cantor de tangos.
“Aquello es una fiesta. La gente sale cantando”, describe sobre la experiencia de cada sábado a las 17 en el Centro Cultural Caras y Caretas.