Julián Fuks:”Veo que toman a autores de textos literarios como enemigos y tratan de atacarlos”,
Hijo de exiliados argentinos, el escritor brasileño Julián Fuks publicó hace unos días un artículo de opinión cuyo título fue leído fuera de contexto por los hijos del presidente Jair Bolsonaro y un ex funcionario del gabinete nacional, que lo tergiversaron e hicieron recaer sobre el autor una catarata de agravios, insultos y hasta amenazas de muerte que se desatan intencionalmente cuando el lenguaje pierde su sutileza frente al accionar de los discursos de odio: “Veo que toman a autores de textos literarios como enemigos y tratan de atacarlos”, plantea en diálogo con Télam.
“Se necesita un terrorista capaz de un acto sutil que transforme la historia” (Precisa-se de terrorista, capaz de um ato sutil que transforme a história), fue el título que desató a velocidad de la luz el odio en las redes sociales y más allá de ellas, porque el escritor brasileño también recibió un escrache a la salida de una charla. De leer el texto publicado en el sitio UOL, es evidente que el autor no buscaba a un extremista para desatar más violencia, él imaginaba -más bien- “uno de esos seres poéticos que tanto incomodan en nuestro tiempo”, alguien que logre que “el país se reconcilie con su pasado, no en su lado duro y despiadado, sino en su vasta historia de lucha y resistencia”. Como le dijo al diario británico The Guardian: “Desde la primera línea afirmé que la propuesta estaba en contra de todo tipo de violencia, truculencia, brutalidad y vulgaridad”.
“En Brasil está pasando algo muy fuerte y muy violento y hay un montón de gente que está siendo atacada y perseguida por sus opiniones”Julián Fuks
¿Estamos cerca de perder la metáfora, esas capas posibles que habilita el lenguaje, si todo es obligado a ser leído acríticamente, sin profundidad? ¿Cuáles son los peligros de estos discursos que se viralizan como parte de una maquinaria que busca confundir? ¿Ya no hay lugar para la provocación, aquella que incita a la reflexión? Para Fuks, distinguido con dos importantes premios de lengua portuguesa, el Jabuti y el José Saramago, el problema no es de “incomprensión” sino de intención. Se trata de “transformar cada escrito en una oportunidad para atacar, en una batalla más, en una disputa tensa”, sostuvo.
Fuks nació en 1981, vive en San Pablo y es autor de libros como “La resistencia” -publicada al español por Random House-, en la que indaga sobre los vínculos que su familia construyó a partir de un exilio a Brasil en plena dictadura argentina y el proceso de adopción de un hermano mayor. Como en la ficción, en su historia familiar hay desplazamientos forzados que él consideraba parte del pasado, un nunca más. Pero esto empezó a cambiar desde hace cuatro años, cuando comenzó a pensar si debería irse a vivir a otro lugar. Mientras dialogó con Télam por el “absurdo” pero peligroso episodio que vivió a partir de su artículo compartió un informe del instituto demoscópico Datafolha que señala que 7 de cada 10 personas afirma tener miedo de agresiones por razones políticas. Fuks sabe que lo que le ocurrió no es excepcional y se inscribe en un trama de época que afecta, como dice, a los más vulnerables.
“Hubo algo muy didáctico y el gabinete del odio estaba organizándose para atacar. Los hijos del Presidente entraron en eso y un exministro de Cultura participó de esa manipulación. Siempre es el mismo fenómeno: una mentira, una información falsa que resulta en ataques y un tipo de acción contra alguien”Julián Fuks
Primero la distorsión de sus palabras y la viralización en redes, después lo fueron a buscar y otro día recibió “una amenaza más calificada” por parte de un hombre que “se presentó con un documento militar y armas de grueso calibre en una secuencia de fotos” amenazando a él y a su familia.
“Me llegaron testimonios de gente que pasó por situaciones parecidas. Hay casos muy conocidos en Brasil de periodistas y escritores perseguidos, pero hay un montón de pequeños casos de violencia retórica y amenazas personales y por eso sentí que en ningún sentido era una excepción. En Brasil está pasando algo muy fuerte y muy violento y hay un montón de gente que está siendo atacada y perseguida por sus opiniones”, denunció.
Tras la denuncia pública y varios días de ser foco, la persecución amainó. Fuks no deja de pensar que fue “una acción ordenada de ataque, de difusión de una mentira, de una manipulación. Hubo algo muy didáctico y el gabinete del odio estaba organizándose para atacar. Los hijos del Presidente entraron en eso y un exministro de Cultura participó de esa manipulación. Siempre es el mismo fenómeno: una mentira, una información falsa que resulta en ataques y un tipo de acción contra alguien”, resumió.
–¿Cómo ves esta forma de “leer” que construye sentidos sesgados, como ocurrió con la literalidad del título que escribiste, que fue leído sin contexto?
-Sabía que un texto como el que escribí podría resultar en crítica pero no me imaginé que resultaría en tamaños ataques y justamente en una manipulación tan grande. El problema no fue la incomprensión, fue la intención de a partir de una posible incomprensión perseguir a un autor, atacarlo y producir ese efecto en cadena de amenazas fuertes y graves. Esa es la cuestión: esa transformación de cada escrito en una oportunidad para atacar. Me preocupa porque veo que toman a autores de textos literarios como enemigos y tratan de atacarlos porque no encuentran valoración de esa otra actividad.
-¿Podríamos pensar que está en peligro la provocación o la metáfora?
-Hay una incomprensión grande del sentido, del contexto, de la naturaleza de los textos. Todo está distorsionado y aparece como un tipo de mensaje que no atrae. Eso hace a la metáfora casi imposible porque no hay una complejidad ni una delicadeza para comprenderla. No están dispuestos a comprender textos en distintos matices. Hay una capacidad muy restringida y una mirada muy cerrada a lo que un texto o un mensaje puede ser. Y eso crea una incomprensión que es, al mismo tiempo, no entender y no querer entender.
-¿Necesitamos más literatura para salir de la literalidad de las palabras?
-Exacto. La literatura hace que un texto se convierta en otro texto, pero estamos en un tiempo en el que los mensajes están muy definidos de partida. Hay una repetición infinita de discursos y de posiciones políticas y la literatura trae otra mirada y otro lenguaje: trata de reinventar una conversación que está turbia, detenida, sin salida. Por la manera de pensar las palabras y proponer otros usos tiene la intención de desorbitar un poco ese discurso demasiado cerrado. En “Volverse Palestina” Lina Meruane se refiere a esa voluntad de la literatura por inventar nuevos mensajes, en un mundo que los iguala. Entonces, la literatura sería una forma de intervenir en este mundo y crear otro tipo de discurso más complejo y más delicado tal vez.
-¿Cómo crees que se relacionan los discursos y las acciones de odio con la libertad de expresión?
-La libertad de expresión no puede resultar en una violencia a partir de las palabras. Hay un límite que es el del crimen por las palabras. Entonces, la cuestión no es fácil y es algo que vamos a tener que pensar conjuntamente cómo hacer para garantizar que el discurso sea pensante, nuevo, libre y , al mismo tiempo, que no resulte nunca en discurso de odio. Me parece que se pueden separar bien las cosas: comprender un texto en su contexto, en su sentido y ver cómo no existe en función del discurso de odio. El discurso de odio es simple, violento, directo.
-¿Hay algo de tu genealogía familiar que te hace leer lo que te ocurrió desde otra dimensión, no sólo personal sino colectiva?
-Muchas veces me vi pensando en este linaje y en esta sucesión de violencias políticas que resultaron en dislocamientos. Abuelos judíos que tuvieron que escaparse de Europa y venir a Sudamérica. Mis padres tuvieron que escaparse de la Argentina y exiliarse en Brasil. Pero yo me sentía de una generación distinta que no tendría ese tipo de drama en su vida, una generación que estaba mucho más segura en su lugar, en su país. Y ahora no sé si me siento así. El episodio concretó algo de real riesgo y de real peligro que me pone a pensar si debería irme de Brasil. Es el sentimiento de lo colectivo que nunca se separa de lo individual.
Sentía, y hasta llegué a envidiar que en mis padres y abuelos su destino no era individual. Yo, en cambio, podía sentir una elección personal que me ponía más en una situación individual. Y ahora se hace claro, por la situación absurda que viví, que lo colectivo está siempre atravesando lo personal y que lo político es personal y lo personal es político.