Adrián Lacroix, el mago argentino que fascina a David Copperfield
Los buenos magos no esperan el aplauso como recompensa por un buen truco. Confirman que lograron maravillar al público cuando después de hacer una ilusión se produce un silencio o una larga expresión de asombro.
Adrián Lacroix es un ilusionista y mentalista argentino que está en el apogeo de su carrera autodidacta, que empezó a los ocho años cuando se maravillaba mirando a David Copperfield por televisión y trababa de copiarle los trucos.
Nunca se hubiera imaginado que décadas después y en plena pandemia, el mago más rico y conocido del mundo lo iba a querer conocer por la revolución que Lacroix generó en el universo del ilusionismo cuando se le ocurrió hacer magia por zoom en la época en la que la gente no podía moverse de su casa. Su genialidad fue haber ideado un modo de que los espectadores del show “recibieran” el truco en su casa, por videollamada, de manera que el mago perdía el control del artificio y los espectadores se convertían en protagonistas.
También conoció al ilusionista y escapista estadounidense David Blaine, con quien generó un vínculo tan estrecho que le dejó las llaves de su departamento de Nueva York en una ocasión en la que vajaba a París.
¿Pero por qué Lacroix eligió la magia como modo de vida? “Nacemos y crecemos en situación de asombro. Todo nos parece mágico. Después, crecemos y nos vamos vistiendo con capas de escepticismo. Por eso lo que me interesa de la magia es generar en el espectador la situación de asombro”, dijo Lacroix a Télam, después de un mini show en una vinería para presentar un adelanto de lo que va a ser “Nomad”, su espectáculo que comienza el 20 de octubre con una función en el teatro ND y con el que piensa recorrer el mundo.
A juzgar por las expresiones de asombro que generó en el público, no es difícil advertir que va a tener mucho éxito.