Lavado de cerebro en IPC…
Lavado de cerebro en IPC
(Introducción al Pensamiento Científico, U.B.A.)
IPC es la sigla de “Introducción al Pensamiento Científico”, parte del Ciclo Básico Común (CBC), extendido a todas las carreras ofrecidas por la Universidad de Buenos Aires.
No es ninguna novedad que la UBA está en manos non santas, pero en esta ocasión –y gracias a que un alumno despierto y sagaz, que está soportando estos contenidos, se tomó la molestia e invirtió su tiempo– podemos detallar con precisión cómo –en el espacio titulado IPC y bajo la responsabilidad de las autoridades de la Universidad de Buenos Aires– se va deformando la mente de los jóvenes que se acercan a esta alta casa de Estudios.
Los manuales están bien pensados, la mayoría de las cosas no son malas: “La práctica argumentativa es un elemento central de la práctica científica” dice el archivo 2 de IPC. Estamos de acuerdo. Y más abajo, escribe con toda razón: “Ser crítico respecto de los otros –pero también de nosotros mismos– nos puede conducir a revisar nuestras creencias: es altamente factible que nos encontremos con que nuestra posición es insostenible a la luz de nueva información o de mejores razones”. Ahora bien, ¿serán capaces los autores de revisarse a sí mismos o pretenderán dejar la gloria de esta hermosa tarea sólo a los demás? Ya lo veremos. Mientras tanto, estimado lector, le comento que la refutación a los errores, distorsiones e imprecisiones que se irán comentando están ubicadas al final de este artículo. Primero veremos cómo se meten en la mente de los chicos.
Página 5 del módulo 3:
La UBA pretende ilustrarnos sobre la historia y así, como si nada, se desliza que los cristianos mataron brutalmente a una mujer a causa de que ella enseñaba ciencia y filosofía pagana. La ecuación cierra perfectamente: los cristianos odian la ciencia, odian la razón, odian el conocimiento y la filosofía… y encima, ¡son “femicidas”!
En la página 6 del mismo módulo, se desliza otro ejemplo completamente inocente:
El módulo 4 contiene algunas sorpresas sobre el tema del aborto. Página 3:
Al final del artículo, como dijimos arriba, explicamos por qué esto es incorrecto. Pero nótese, como nos advirtió el alumno que destapó esta manipulación, como meten siempre el tema del aborto para ejemplificar de modo de que estas expresiones se vayan naturalizando, volviéndose comunes, habituales, acostumbradas. Lo que no pudieron lograr en el Congreso y en los medios de comunicación lo quieren hacer en la cabeza de los chicos. Como si fuera poco, en la página 5 del mismo módulo podemos leer:
En la página 7 del módulo 5, los autores del IPC introducen con hipocresía otro ejemplo:
En efecto, los abortistas ya se dieron cuenta de que la mortalidad materna en la Argentina viene bajando hace años. Pero el aborto no está legalizado, ni siquiera despenalizado. Y entonces, tienen que volver a revalidar el argumento desde lo puramente formal y deductivo (dado que la realidad les es francamente contraria). ¿Y dónde van a experimentar con esas armas de destrucción masiva? En la cabeza de los jóvenes.
En la página 11 del módulo 6, ilustran “casualmente” un argumento débil… Y adivine qué: la conclusión sostenida en el argumento débil ¡es una conclusión provida! Miren:
En fin, esto es lo que nosotros estamos pagando con nuestros impuestos. Pagaríamos contentos y felices si los docentes fuesen hombres del talento de Sócrates, Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Blas Pascal, Etienne Gilson, Josef Pieper, el Padre Leonardo Castellani o el Padre Julio Meinvielle. También pagaríamos gustoso esos tributos si los profesores fuesen talentosos discípulos de esos colosos del pensamiento, docentes a quien no mencionaré porque –dado que están vivos– podría ultrajar en su modestia. Pero sin dudas, tributar para que estos SOFISTAS le laven el cerebro a nuestra juventud es una indignidad que clama al cielo.
REFUTACIONES
Caso 1. Sobre Hipatia de Alejandría
Según los registros, Hipatia de Alejandría fue asesinada hacia el año 415-416 d. C. Se sabe que murió en Alejandría y los historiadores mantienen la opinión, en común, de que fue asesinada por los cristianos. El tema es por qué: ¿por qué motivo tomaron la vida de Hipatia? ¿Fue, realmente, porque ella enseñaba ciencia y filosofía pagana? ¿La misma ciencia y filosofía que San Agustín (354-430), contemporáneo a Hipatia, alababa en Platón? ¿Y por qué no tomaron la vida de San Agustín?
Si el cristianismo fuese incapaz de ver elementos positivos en la ciencia y filosofía pagana, ¿cómo Santo Tomás de Aquino –ya en el siglo XIII– bautizó el pensamiento de Aristóteles?
Lo cierto es que Hipatia contaba con cristianos entre sus alumnos, como dice acertadamente el historiador Antonio Caponnetto[1], de quien tomamos todos los datos que a continuación exhibimos. Entre estos alumnos, se contaba el obispo Sinesio de Irene, el sacerdote Teotecno y los prestigiosos Olimpio, Herculiano e Isión. El precitado historiador también nos informa que Hipatia mantenía buenas relaciones con el curial Amonio y el Patriarca Teófilo. También están acreditados los nombres de otros cristianos, contemporáneos con los sucesos, que defendieron a Hipatia: Timoteo, en su Historia Eclesiástica, y Sócrates Escolástico, en su Historia Eclesiástica (VII, 15), datos traídos por José María Martínez Blázquez, de su libro “Sinesio de Cirene, intelectual”.
San Cirilo de Alejandría suele ser acusado como autor intelectual del crimen pero Bryan J. Whittield sostiene que el origen de esta mentira está en Damascio, último escolarca de la Academia de Atenas. Lo ha escrito en su libro “The Beauty of Reasoning: A Reexamination of Hypatia of Alexandra” (La Belleza del Razonamiento: un reexamen de Hipatia de Alejandría). Habría sido Damascio quien le atribuyó a Cirilo la muerte de Hipatia. Y de ahí la toma acríticamente la Universidad de Buenos Aires (ellos recomiendan que nosotros seamos críticos con lo que pensamos pero ellos son dogmáticos con lo propio, claro está).
Contra Damascio y su acusación a San Cirilo, hay elementos. Está el juicio de Filostorgio, arriano. Está también Juan de Éfeso, el sirio. Se oponen los jansenistas Le Nain de Tillemont y Claude Pierre Goujet. Tampoco está de acuerdo Christopher Haas, quien escribió Alexandria in Late Antiquity: Topography and Social Conflict (2006). Thomas Lewis discrepa también con Damascio; en 1721, Lewis impugnó el cargo, en defensa de San Cirilo. Tampoco coincide Miguel Ángel García Olmo.
El mismo Gonzalo Fernández, quien escribió en 1985 La muerte de Hypatia, a pesar de calificar de “tiránico” al ministerio de San Cirilo, afirma que “ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hipatia alude a la presencia de parabolani entre sus asesinos”. Los parabolani eran miembros de una hermandad de monjes que respondía de manera incondicional a San Cirilo. San Cirilo, por su parte, en su homilía pascual del año 419, reprobó el asesinato de Hipatia. Esos populachos también dieron muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el año 361 y 457 respectivamente.
Pero hay otra hipótesis: una noche, pocos días antes del asesinato de Hipatia, los judíos habían asesinado a un buen número de cristianos. Como respuesta a esta masacre, el obispo Cirilo expulsó a la población hebrea de la ciudad. La economía local se resintió, y surgió una enemistad entre el gobernador y el obispo. Según algunos historiadores, unos cristianos de Alejandría atribuían a Hipatia una influencia anticristiana sobre el gobernador y por eso tomaron su vida. Fue asesinada por cristianos, pero no porque ella enseñase ciencia y filosofía pagana. Los autores de IPC no pueden ignorar que están conectando hechos en virtud de coincidencias, pero las coincidencias no prueban una causalidad. Sócrates fue sentenciado a muerte por los griegos, a Julio César lo mataron los propios romanos. Juana de Arco fue ultimada por los franceses, Tomás Moro por los ingleses. Los mismos cristianos, antes y después de Hipatia, fueron asesinados en grandes cantidades. La UBA lo que hace es tomar y enseñar como “historia” el prejuicio cientificista: Hipatia sería la “prueba” de que los cristianos estamos contra la ciencia y contra la filosofía.
Caso 2. El aborto en el Código Penal Argentino
Las palabras deben ser usadas con precisión. El Código Penal no “permite” el aborto en tal o cual caso. Al igual que otros hechos antijurídicos –antijurídicos, no derechos–, nuestro Código Penal simplemente estipula en qué casos dicho comportamiento no será punible.
“Punible” quiere decir “pasible de ser penado”. Lo cierto es que el Código Penal estipula –en su art. 34– distintos casos de no punibilidad. Así, por ejemplo, quien realizase un robo bajo amenaza de ser asesinado, obra violentado por “amenazas de sufrir un mal grave e inminente”, y tal acción no es punible. Tampoco son punibles el robo, el asesinato o la estafa realizada por menores de 18 años. Tampoco es punible el robo entre personas que viven en una misma casa.
La confusión entre “permitir” y “no perseguir una acción antijurídica” es simplemente inaceptable desde el punto de vista intelectual y abre la puerta a dos conclusiones: estos señores de la Universidad de Buenos Aires son deshonestos o no son idóneos. En ambos casos, que renuncien.
Caso 3. Sobre mortandad materna y aborto
Las declaraciones emanadas por el Plenario Académico de la Academia Nacional de Medicina, Sesión Privada, 28 de julio de 1994, revelan el carácter altamente cuestionable del argumento según el cual “la despenalización del aborto reducirá la muerte materna”. Dice la Academia: “También se utiliza para promover el aborto legalizado, la mayor morbimortalidad materna del aborto clandestino. Se debe puntualizar que, si bien la morbimortalidad materna es mayor en estos últimos, no es exclusivo de ellos, pues el daño también es inherente al procedimiento mismo por la interrupción intempestiva y artificial del embarazo”[2].
El argumento, por tanto, también es vulnerable desde el punto de vista de la conexión entre medios y fin. En efecto, el fin no justifica los medios. No puede ser deseable legalizar el asesinato de una persona, y eso con independencia de las consecuencias de ese acto.
Por último, quienes invocan este argumento persiguen la legitimación social del aborto y no el bienestar de las mujeres: son muchísimas más las que mueren como consecuencia de la desnutrición, por ejemplo, que en la Argentina se cobra la vida de una mujer cada 10 horas[3]. Esas no les importan, claro, porque no mueren matando a sus hijos en el “altar” de la autonomía del cuerpo de la mujer.
[1] Cfr. http://www.tsunamipolitico.com/aguinis908.htm
[2] https://www.acamedbai.org.ar/declaraciones/25.php
[3] https://www.infobae.com/2015/09/10/1754259-cada-10-horas-muere-una-persona-desnutricion-la-argentina/