Viaje rockero de Daniel Melingo en “Opera Linyera”
El músico y compositor Daniel Melingo ofreció un fantasmagórico viaje rockero al submundo de un nuevo personaje escénico en el estreno de “Opera Linyera”, performance artístico musical que había tenido dos funciones previas la semana pasada pero que el viernes por la noche se presentó oficialmente en el porteño Centro Cultural 25 de Mayo.
Instalación artística y performática donde conviven las canciones tocadas en vivo con registros grabados, el teatro de sombras y un estupendo sistema de proyecciones sobre un tríptico de telas, el dispositivo creado por Melingo con la colaboración artística e impronta de Pichón Baldinú (Organización La Negra, De la Guarda) ofrece una fuerte carga dramática de tristeza apocalíptica de la que emerge un personaje nuevo.
En esta “ópera” futurista cargada de arrabal pero sin tango y en la que Melingo recupera su memoria rockera sostenido en un poderoso power trío de sonoridad volcánica y que transita gestos que van del rock duro al progresivo, lo que aparece es una nueva encarnación camaleónica del exintegrante de bandas como Los Abuelos de la Nada y Los Twist.
Si Melingo viene poniendo en juego, especialmente desde su viramiento al tango a fines de los 90, una estética musical y poética con personalísimos rasgos que lleva implícita la creación de un mundo y personaje con sabores, olores y reconocimientos propios, “Opera Linyera” es la síntesis de ese proceso, con el tango incorporado como paisaje existencial y discursivo pero con la implosión de una desmesurada y vigorosa vuelta al rock en estrictos términos musicales.
“Ópera Linyera” nace de una canción (“Canción del linyera”) que dio origen a un disco (“Linyera”) en 2014, que termina de integrar las existencias de las vagancias, los bordes y los arrabales en un personaje que yira, yira y yira, en este caso en un viaje.
El recorrido parte de la Boca del Riachuelo y llega a Europa, donde el Linyera encuentra la muerte para un posterior epílogo fantasmal y Melingo tiene varios acompañantes en escena y en registros.
En escena están el talismán de la poesía under Fernando Noy que juega un doble personaje según el perfil que presenta, o una bruja pitonisa o un aciago malevo, que recita y da juego a la historia; los bailarines Matías Viera y Maiki Ghioldi, de encomiable y enérgico despliegue, y los tres músicos increíbles que dan a toda la ópera una potencia desbordante: Gómez Casa, Juan Ravioli y Muhammad Habbibi El Rodra Guerra.
Se puede ver este sábado y los próximos dos viernes y sábados a las 20 en el Centro Cultural 25 de Mayo.
Mientras que en grabaciones aparecen, al comienzo de la ópera, un texto dicho por Enrique Symms sobre gusanos y cucarachas y en una canción grabada Andrés Calamaro.
El escenario propone un tríptico de tres telas sobre las que se proyectan hermosísimos paisajes pintados a mano y que poseen, muchas veces, movimiento que en juego con los actores (Melingo, los músicos, los bailarines, Noy) asumen corporalidad material.
El dispositivo permite, por ejemplo, que Melingo timonee un barco, que ese barco atraviese el mar, pase por debajo de un puente y siga navegando. Todo es en blanco y negro hipercontrastados y el juego de luces y sombras es central; hay, de hecho, un teatro de sombras en escena, donde los personajes actúan detrás o enfrente de las telas y habitan las proyecciones.
Solo en un par de momentos del show el panel del medio del tríptico se eleva y queda en vivo toda la contundencia de una banda de rock prodigiosa tocando en vivo con Melingo como cantante pero la “Ópera Linyera” incorpora esa performance rockera en un artefacto mucho más amplio y con mayores resonancias.
La “Ópera Linyera” es un explosivo artefacto que llega a una escena algo adormecida de ruidos y es de visión imprescindible para los que quieran avizorar el futuro. Se puede ver este sábado y los próximos dos viernes y sábados a las 20 en el Centro Cultural 25 de Mayo de la ciudad de Buenos Aires (Triunvirtato 4.444)